lunes, 23 de julio de 2012

ARDE ESPAÑA




Es lunes, 23 de julio.

El fuego en Girona avanza hacia el norte, y Francia está en riesgo de contagio.


Escucho a un compañero decir en voz alta que lo mejor que le puede pasar a España es que la rescaten. 

Sus palabras se convierten en una corriente que me recorre. 

Siento miedo. 

El lenguaje ya no sirve.

Y sin lenguaje estamos perdidos.

¿En qué clase de mundo podría ser mejor morir que ser rescatado?. Nadie querría vivir en semejante lugar. En un lugar donde los unos ayudan a los otros para extorsionarlos, donde tu vecino te salva del fuego sólo si prometes regalarle tu casa.


Recuerdo que hace unos años me conmocionó una noticia sobre inmigración. Fue en el año 2002. Un barco cargado de refugiados afganos, el navío Siev X, naufragó cerca de Australia. Venían de indonesia, donde la policía les impidió atracar a pesar de tener una grieta en el casco. Una vez en alta mar pidieron asilo en Australia. El primer ministro australiano, el conservador John Howard, se lo denegó, y el barco estuvo desaparecido durante tres días. Al final, el barco naufragó y un total de 353 buscadores de asilo, incluyendo 150 niños, murieron. Los 44 supervivientes fueron rescatados al cabo de otros tres días. La lógica espeluznante del sistema empezaba a despuntar. Después vineron Irak, Afganistan, los CIES...

El sistema se había despojado de su máscara, había perdido los complejos, había quedado definitivamente en manos de psicópatas. A principios de este año se publicaba el libro “¿Es usted un psicópata?” de Jon Ronson. Según Ronson no tener remordimientos, no sentir empatía, mentir de manera patológica o ser manipulador son algunos de los rasgos que caracterizan a los líderes políticos. Y explica este fenómeno porque el sistema capitalista premia y eleva a los individuos con estos rasgos a los puestos relevantes.
Ya lo intuíamos. Lo fuimos descubriendo cuando escuchamos la noticia del Siev X, lo comprendimos cuando millones de ciudadamos exigimos que se parara la invasión de Irak; aquella mentira. No la paramos. El capitalismo continuó funcionando en contra de nuestra esencia, en contra de nuestra razón de ser, en contra de nosotros mismos.


Aún así, en ocasiones, quizás cuando la realidad es demasiado cercana, o demasiado atroz, nos negamos a reconocer la perversión de nuestro sistema. Los ciudadanos, los trabajadores, las personas normales (que diría Rajoy), no lo acabamos de asimilar.  No podemos creer que nos salven para dejarnos morir en sus manos.

Intuimos que la palabra rescate ha perdido su significado. Hay indicios: sabemos que ningún país quiere ser rescatado. Y eso se escapa a la lógica del lenguaje.

Pero, como la víctima que necesita creer en la bondad de su secuestrador para aceptar sin trauma la aberración de su vida,y para evitarse el descomunal esfuerzo que supondría aprender otra forma de existir, con esa ingenua y persistente confianza en lo establecido, esencial por otro lado para que el psicópata actúe, deseamos ser encerrados en la más oscura de las cuevas, agradecidos de que nuestro carcelero nos perdone la vida.

1 comentario:

carnet manipulador de alimentos dijo...

joer me dejas de piedra con todos esos comentarios... entonces no soy un sicopata, bueno creo que si, dentro de un rato se me olvidará y no tendré remordimientos